Laguardia, villa amurallada que en el pasado fue importante atalaya pero hoy te recibe con los brazos abiertos y una excelente oferta enogastronómica.
El trazado medieval de las estrechas calles de Laguardia, las puertas de acceso a la villa y los restos de murallas que aún quedan te trasladarán en el tiempo, lo mismo que los restos del neolítico o de la edad del bronce que se encuentran en las cercanías y que son los más antiguos de comunidades agrícolas descubiertos en Euskadi.
Una vez en sus calles, no dejes de visitar una de las joyas del arte vasco y su pórtico policromado, la iglesia de Santa María de los Reyes, cuyos vestigios más antiguos datan del siglo XII, y la de San Juan Bautista, que cuenta con interesantes piezas de arte religioso como el retablo Mayor, una espectacular pieza barroca.
Tampoco dejer de ver el Reloj Animado. En este caso el conjunto del reloj lo integran “El Cachimorro” y dos danzarines vestidos con el atuendo típico de Laguardia, quienes a las horas programadas y tras la melodía inicial (un son típico de la villa), salen al balcón y comienzan la danza.
La villa está minada de bodegas y no te será difícil comprobarlo visitando los sótanos de algún establecimiento hostelero. El vino es el producto que ha marcado la vida y la historia de Laguardia, así que no puedes dejar de probarlo. No te faltarán oportunidades en las bodegas que la rodean, muchas de las cuales se presentan al visitante con estilos arquitectónicos de vanguardia.