La ferrería de Mirandaola, ubicada dentro del parque de Mirandaola, es la única que se conserva de las siete que existían en Legazpi en el siglo XV. Aunque cerró sus instalaciones en el siglo XIX, fue restaurada en 1952 gracias al mecenazgo de Patricio Etxeberria y Teresa Agirre.
Actualmente, el primer domingo de cada mes de otoño e invierno y todos los domingos a partir de abril, la instalación es accionada por un molino y es posible verla funcionar.
La visita se inicia en la sala de los fuelles, donde se ponen en marcha los fuelles que mantienen viva la fragua que permite fundir el hierro. A continuación, los visitantes pasan a la zona de trabajo, donde los ferrones vestidos de época manejan las maquinas, controlan la fragua y hacen una demostración de forja que asombra a cuantos la presencian. La visita se complementa con las explicaciones del guía.
Los visitantes pueden visitar la ermita contigua que alberga unas pinturas de Soler Blasco que describen el hecho milagroso acaecido en esta ferrería el 3 de mayo de 1580.